La Iglesia desde siempre ha mostrado su interés por acompañar a la infancia.  La historia cuenta cómo, en tiempos del imperio romano, las viudas cristianas se encargaban de recoger a los niños expósitos (abandonados) para atenderlos.  Pero en la actualidad, encontramos cada vez más casos de situaciones en las que niños, niñas y adolescentes (NNA) están siendo maltratados, ultrajados, desatendidos y esto nos lleva a preguntarnos: ¿Acaso no hemos sido llamados para ser mensajeros que traigan vida y esperanza en vez de muerte y desánimo?  ¿Qué tenemos que hacer para asumir como comunidad el encargo de acompañar a la infancia desde la perspectiva del Reino?

 

ANTECEDENTES

Marcos, ubica esta narración después de la curación del Gadareno, cuando Jesús vuelve a cruzar al otro lado de la orilla del mar de Galilea.    Para algunos estudiosos, esta expresión “la otra orilla”, se utiliza para hablar de las características de la misión de Jesús; es decir:   “Ir más allá de los límites geográficos y sociales”.   Así, en este pasaje Jesús nos estaría mostrando algunas características de su misión, aquella que trasciende los límites del sistema tradicional de creencias.

 

Desde el principio de la narración la multitud está presente y de alguna manera hace de marco en el encuentro de Jesús con la mujer enferma; pero después, en el encuentro de Jesús con la niña moribunda, será Jesús mismo quien les solicitará que no lo sigan.  Estas actitudes nos podrían hacer pensar que no todas las acciones que Jesús realiza a favor de las personas tienen que ser de conocimiento masivo.   En este pasaje, Jesús se atribuye el derecho de poder decidir al respecto.

 

Compartiendo dolores con ellos y ellas.

De en medio de esta multitud aparece Jairo, autoridad de la sinagoga[1] y por lo tanto, persona muy conocida en la comunidad.   Pero su llegada no es usual, dice el texto que este hombre se inclina hasta el suelo para hablar con Jesús, ante toda la multitud aglomerada (vs 22).  Sin duda este gesto tan elocuente de parte de un magistrado, indica deshonor público[2].   Pero la forma como se expresa de su “hijita” (dsugatrion) cuando se acerca a Jesús, nos hace conocer de su desconsuelo y desesperación; es claro que este hombre está reaccionando por lo que siente más que por lo que su comunidad espera de él como líder del pueblo.   Suponemos que no es sólo la conducta del magistrado sino ante quién se inclina, lo que llama la atención de los presentes.  Tal vez los comentarios sobre las sospechas que existen contra Jesús (3:2,6; 3:22,30), así como la profesión de curandero callejero que se le adjudica (Una persona como Jairo tal vez buscaría a un médico profesional), han podido incrementar estos comentarios.   Lo cierto es que las acciones de Jairo son movidas por el dolor y las realiza de manera inmediata y espontánea.  Este hombre ve en Jesús el último recurso para salvar a su querida hija y está frente a la única persona que puede ayudarle en este momento.  Eso es más importante que los comentarios que esta actitud generaría.

 

Es esta persona importante quien suplica a Jesús que “vaya con él”.   El anhela que Jesús ponga sus manos sobre su hijita para que se salve y continúe con su vida.   Jesús no le discute, tampoco le pregunta cuán grave es la enfermedad de la niña o en qué consiste esa enfermedad.  El texto nos indica que al ver a un padre angustiado, Jesús responde de inmediato y “va con él” (vs24).

Aún a pesar de la premura que esta narración nos trasmite, llama la atención que Marcos haya insertado la historia de la mujer con flujo de sangre (3:25-34) justo en este momento.   En todo el tiempo que dura este encuentro el magistrado se mantiene en silencio, imaginamos que pudo reclamar preferencia por su cargo o por su urgencia, pero queda en silencio, como observando, como esperando…

 

Enfrentando la crisis.

Pero la noticia tan temida finalmente llega, la traen unas personas que vienen de la casa del jefe de la sinagoga.   Le dicen a Jairo que su hija, la hija de sus ojos, había muerto (v.35)[3].  Estas personas no tienen el mismo sentir que el padre por su hija, porque no sólo le traen esta triste noticia, sino que además agregan: “Para qué molestas más al maestro”. Palabras que suena a: “deja de hacer lo que estás haciendo porque estás incomodando”, “nada de lo que hagas cambiará la situación”, etc.; definitivamente para estas personas ya no hay nada que hacer por la niña.  Pero Jesús no hace caso de estas palabras, ni siquiera espera ver la reacción de Jairo, apenas empieza a escuchar estas palabras cuando Jesús afirma de manera categórica: “no temas, cree solamente” (vs.36).  Con estas palabras Jesús está desafiando a Jairo a que no se resigne ante la muerte, a que confié, que crea en Dios y en su poder.  Que no pierda la esperanza, que se aferre a la vida.

 

Qué palabras tan imponentes para este momento de angustia, pero qué difíciles de asimilar cuando nos encontramos frente a situaciones que consideramos irremediables. Pero así como Jesús habla de tener confianza para enfrentar el dolor tan profundo como es el de la muerte, también realiza acciones inmediatas: hay que apurar el paso para ir al encuentro de la niña y eso hace de inmediato.  Así, Jesús decide dejar a la multitud y lleva consigo solamente a algunos de sus acompañantes (vs. 37), al parecer no son necesarias muchas personas para lo que va a pasar[4].

 

Aprendiendo a mirar los conflictos desde otra perspectiva

Al llegar Jesús a la casa lo primero que ve es el desorden que estaban haciendo algunas personas.  Al parecer, las ceremonias tradicionales, propias de un velorio ya se habían iniciado y como para estas personas la niña está muerta, no esperaron a que regrese el padre para iniciar estas ceremonias, probablemente por ello se da el alboroto.  Pero también están las personas que se lamentan y lloran por la pérdida de la niña, es triste que una niña tan pequeña se haya muerto, una persona con tantas posibilidades ahora ve truncada su vida.  Pero entre todas las personas presentes siempre estarán los que asisten a estas ceremonias más por compromiso que por un sentimiento de afecto hacia la familia.  Tal vez a muy pocos le importe lo que están sufriendo el padre y la madre; lo cierto es que todos los allí presentes están por una razón, la niña pequeña de la casa ha muerto.  Es a estas personas a quien Jesús les dice: “¿Por qué alborotas y lloras? La niña no está muerta sino duerme[5](vs.39).    Jesús no acepta la muerte de la niña y por esa razón tampoco acepta los rituales de muerte que se están realizando.  Como ya ocurrió en otros casos afirmaciones tan controversiales como estás producen en la multitud diferentes reacciones[6], y en este caso provoca las burlas de los presentes.  Jesús ha desafiado nuevamente el orden establecido y estas personas no pueden aceptarlo; por eso es que Jesús tiene que desalojarlos.  Es tan importante lo que está por pasar que prefiere quedarse sólo con aquellas personas que si están comprometidos con esta situación, que están viviendo cada momento, y aun cuando tal vez no lo entienden totalmente, confían en que Jesús puede hacer milagros.

 

Inmediatamente Jesús entra, junto con sus pocos acompañantes, en la habitación donde está la niña y le toma de la mano.  Esta situación es complicada porque de acuerdo con las creencias nadie debe tocar a un “muerto”, esto lo convierte automáticamente en un inmundo ante los demás, en un excluido del sistema.   Pero Jesús ve una niña viva, una niña pequeña (paidion[7]), tal vez algo inmadura, que se encuentra en proceso de crecimiento, pero no ve muerte en ella.  Ve posibilidad, ve futuro, ve esperanza.

 

Jesús estaba allí frente a una persona que era considerada para la tradición como impura, por su estado inerte; pero estaba allí tratándola como lo que era, un ser humano, con todo su potencial, con todas sus posibilidades.     Jesús no sólo se le acerca y la toca, sino que ahora se dirige a ella, la llama “muchacha” (korasion[8]), declarando así su porvenir fecundo.  Le ordena que se levante, que cambie la posición inerte en la que está y empiece a movilizarse por su cuenta.   La edad de la muchacha nos permite entender que se encontraba al inicio de su edad madura, (el inicio de la menstruación).   Ella podía pensar en casarse, tener hijos, integrarse al sistema.   Y eso hace, se levanta al instante y empieza a corretear, empieza a asumir la vida con los riesgos, expectativas, conflictos y desafíos que este tiene.  La comunidad pequeña que está presente en la habitación y que ahora son testigos de estos hechos se sorprenden de lo sucedido, no es usual lo que está ocurriendo, pero ha pasado y eso les hace pensar ahora que es posible caminar con esperanza y expectativas por el porvenir.

 

Comunidad que acompaña.

Esta pequeña comunidad recibe el encargo de darle de comer a esta muchacha, es decir ayudarle a crecer y desarrollarse hasta que haga suya la propuesta que Jesús le hiciera de caminar enfrentando la vida y sus riesgos.  Esta muchacha necesita ahora el apoyo de su comunidad para recuperar fuerzas por sí misma y así poder continuar su camino como persona vital que es.

 

Finalmente podemos decir que el texto nos invita tener Fe en cambios radicales, Fe en posibilidades de vida plena, Fe en los milagros.   Nuestra misión debe estar caracterizada por una entrega total, comprometida, misericordiosa y que camine más allá de todo límite que el ser humano pueda construir.   La intervención decidida de Jesús a favor de los que más sufren y afrontan situaciones difíciles y hasta controversiales; así como su afecto tierno y sincero, es una muestra de cómo debemos llevar a cabo esta misión.

 

IDEAS CONCLUSIVAS

Los NNA que han sufrido algún tipo de violencia, no puede movilizarse por sí solos, necesitan de la ayuda de “otras personas” que sientan su sufrimiento, así como su necesidad de continuar viviendo, y que tomen la decisión de actuar a su favor.  Esta decisión debe considerar que existe la posibilidad de tener que enfrentar esquemas tradicionales, propios de nuestro sistema opresivo, buscando el camino para que estos NNA puedan continuar viviendo en libertad.  Podemos decir que nuestra misión es hacer que el sistema funcione” a favor de la infancia.

 

Si varias personas se ponen de acuerdo en este propósito se logra que el fatalismo y el pesimismo no se aniden, sino que se mantenga la esperanza de poder actuar a favor de la infancia.  Pero es importante entender que no necesitamos multitud, podemos ser pocos, pero debemos ser personas comprometidas con las circunstancias por las que atraviesa el NNA, sólo así podremos hacer un trabajo tal como Dios nos lo está reclamando.

 

Nuestro trabajo siempre será acompañar a los NNA, así como a sus familias para encontrar vida, donde otros ven muerte, esperanza, donde al parecer no lo hay, fortaleza donde el dolor debilita, y caminos donde todo hace presagiar que no hay ninguno.   Pero siempre tendremos que entender que estamos frente a personas que están creciendo y que la mejor manera de ayudarles es permitirles seguir creciendo, con sus riesgos, con sus expectativas, sus sueños, conflictos y desafíos.  Nuestra tarea será permanecer cerca para sostenerlos y facilitar su proceso, con la esperanza que estamos construyendo una comunidad en amor y misericordia donde se exprese las buenas nuevas del Reino.

 

No olvidemos que estas mismas recomendaciones son para con nuestros propios hijos e hijas.   Esta es nuestra tarea como adultos y adultas ahora.  ¿Te animas?

 

[1] Tradicionalmente este cargo se recibía por herencia y tenía la tarea de asegurar la educación, el culto y el gobierno de la vida civil de la comunidad. Nuevo Diccionario Bíblico. Pg. 1303

[2] Las personas del S. I se percibían en relación al grupo con el que se entrelazaban; es decir, hacen suyo lo que otros dicen, cree que el ser humano debe vivir conforme a lo que otros esperan de él.  Esta persona denominada “Diádica” es pues una persona cuya total autoconciencia dependen sin dudas de esa inmersión en el grupo.   Los valores centrales son el honor y la vergüenza, no la culpa. MALINA. El mundo del nuevo testamento p.90.

[3] Esta situación era normal en la antigüedad.  Durante casi todo el siglo I, la tercera parte de los nacidos vivos morían antes de los 6 años y el 60% moría antes de los 15 años.

[4] En cuanto al grupo de los tres (Pedro, Santiago, Juan) aparece en Marcos como un prototipo de los doce. Como ellos, son testigos de Jesús teniendo experiencias especiales de su misión, y destino, son testigos de su poder sobre la muerte (5,37), AGUIRRE, Rafael. Evangelios Sinópticos y hechos de los apóstoles. Pag. 147.  Verbo divino

[5] “Está dormida” (katheudo).  Esta palabra se utiliza también para indicar que Jesús está dormido en medio de la tempestad (Mt. 8:25).

[6] Marcos 5:17

[7] Paidion (infante, bebe, niña pequeña en cuanto a la edad, en cuanto a la relación con su padre, en cuanto a entendimiento y actitud – inmadura, crecida a medias)

[8] korasion, (muchacha, doncella, damisela, sirvienta). Se utiliza sólo en conversación familiar.  Según el texto la niña tiene 12 años, una edad en la que se considera dependiente de la autoridad paterna pero con edad de casamiento.  En se sentido bien podríamos estar hablando de una muchacha casamentera o como diríamos ahora, en la flor de la vida, pero inerte.